martes, 1 de abril de 2008

Historia de una máquina de afeitar (1)

Antes de empezar me he preguntado en qué tono prefería escribir este post. Al final me he decantado por intentar hacerlo lo menos serio posible, aunque igual no me salga. Algunas cosas pueden sonar cínicas pero... creo que la vida ya lo es de por sí demasiado como para no poder tratar el tema de esta forma. Y además es como me gustaría poder afrontarlo llegado el momento.


Tendría unos 15 o 16 años. Estaba en casa y sonó el teléfono: "-Levanta a tu tío que ya es hora." Mi padre se refería a mi tío el soltero, que había venido a hacerse unas pruebas médicas rutinarias debido a su diabetes y algún asunto menor. Eran poco menos que unas vacaciones para él. Y esa tarde se estaba echando la siesta en la cama como hacía siempre, sólo que se había quedado dormido más tiempo de lo normal y mi padre no quería que tuviera desfases con algún medicamento que se tenía que tomar.

"-A., vamos levántate que ya es muy tarde." Golpeé la puerta pero no parecía inmutarse. Llamé a mi padre para contarle lo que pasaba. "-Entra y despiértale. Y si acaso le dices que estoy al teléfono para que hable conmigo."

Entré y le zarandeé hasta que se despertó. "-eh? ah, mh, mhhh." Él sólo hacía gruñidos en ese momento. "-Vamos que te está llamando mi padre, vente al teléfono". Me siguió y se puso al teléfono. No acertó a decir palabra, sólo gruñidos. Dejó el teléfono y se volvió directo a la habitación. Yo hablé con mi padre y me dijo que debía tener una crisis hipoglucémica (le ocurrían de vez en cuando por la diabetes) y que fuera rápido a por un vaso con azúcar y se lo diera; y él salía directo a casa.

Al pasar por delante de la habitación vi cómo estaba haciendo ademanes de vestirse, como gestos automáticos. Cuando volví con el vaso estaba metiéndose en la cama otra vez: "-Vamos A., que me ha dicho mi padre que te tienes que tomar esto." Le di de beber como pude, pero él seguía como ausente y se volvió a acostar. Yo ya no sabía qué más hacer. Al rato llegó mi padre y se puso a reanimarlo en la cama, pegándole incluso, como para que despertara. Es como si hubiera estado sonámbulo o algo así. Después no se acordaba de nada. Fue una de las experiencias más horribles de mi vida.

Le hicieron pruebas para ver qué podía haber pasado o si tenía algo grave. A los dos días los resultados dijeron que le quedaban 15 días de vida. Tenía cáncer de pulmón, el daño era ya irreparable y que empeorara era cuestión de días. Se había pasado media vida fumando paquete y pico de Ducados al día. Sin embargo ya llevaba 5 años sin probar un cigarro. Paradojas de la vida.

Le ingresaron poco después para intentar algún tratamiento paliativo. Durante los 10 días que estuvo en el hospital se le comunicó en todo momento lo que le iban a ir haciendo, pero no le dijeron directamente, ni los médicos ni la familia, "te vas a morir". ¿Se puede estar preparado para oír eso? ¿Con 40 años? ¿Se puede estar preparado para decirlo a un ser querido?

Al día o dos de ingresarle, mis padres decidieron comprarle una máquina de afeitar, de las eléctricas, que por entonces costaban más de 30.000 pesetas. La compraron con la condición añadida de que yo la heredara después. Y así fue. Mi tío murió, con embolia cerebral incluida. En el velatorio ni siquiera parecía él. Era la primera vez que veía a una persona muerta, aunque apenas podía levantar la cabeza del suelo. Sentía una mezcla de pesar, miedo y respeto.

Ahora me afeito casi todos los días con esa máquina de afeitar que heredé de mi tío.

2 comentarios:

Pily dijo...

Mmmm difícil herencia supongo... La única persona que yo he visto muerta es mi abuela, llevaba un año muriéndose delante nuestra, no le daban ni 6 meses pero tenía el corazón de hierro y le costo pararse. Lo que más me gusta y con más cariño guardo de todo lo que me regalo y herede fue un pañuelo que herede en vida. Ella sí sabía que se iba a morir. Un día vino a mi casa con él puesto, la salude y le dije lo bonito que me parecía (es precioso), ella se lo quito y me lo dio...

Como veras sigo pendiente, besos...

HJK dijo...

Casualidad o no, iba a volver a escribir cuando vi tu comentario. Es muy bonito que guardes ese buen recuerdo.

Gracias por seguir pendiente, anima a escribir ;) Yo también lo hago, aunque no me atreva a comentar. Me encantó tu relato del viaje.

Besos,
HJK